REFLEXIONES DEL ARTISTA
Reflexión 3 -
“EL ARTE DEL FUTURO”
Lo que vendrá
Todo intento de evaluar el futuro, presenta la dificultad de entrar en el campo de las predicciones y por lo tanto de trabajar con supuestos. Está demás decir los peligros que ello implica. Y ni que hablar si se pretende acceder con esa intención en el campo del arte. En tal caso, el punto de partida más adecuado será observar lo que hoy se presenta como “expresiones artísticas”: un amplio abanico de formas de comunicación, que van mucho más allá de todas las “tendencias”, “movimientos”, “corrientes” y “escuelas” que nos inundaron durante todo el siglo XX, hasta nuestros días. En tal circunstancia, entrever lo que sobrevendrá en el campo artístico puede sonar, más que ilusorio, arriesgado. Sin embargo el tema apasiona y vale la pena evaluar las posibilidades de las formas y contenidos que tendrá la expresión más elevada del ser humano, en los tiempos por venir.
El arte del futuro tendrá como razón de ser el destinatario. Esto que parecería una obviedad, no lo es, porque no estaríamos considerando al ser humano como individuo, sino al mismo integrado como conjunto, como masa. A él le estará dedicado todo lo que se elabore con las aún desconocidas ideas, tecnologías y bajo nuevos paradigmas. Porque el arte será “masificado” en forma tal como para alcanzar a muchos grupos humanos, con tremenda inmediatez: el arte tendrá una escala de grandes magnitudes en lo espacial y en lo numéricamente social.
Imagen y comunicación
El futuro nos deparará renovadas filosofías y expresiones artísticas paralelamente a como vayan cambiando las ideas, las actitudes y los comportamientos de las personas. Puede esperarse el devenir de un arte con un alto poder comunicacional de carácter masivo, a veces monumental y que se imbricará principalmente con la arquitectura; que utilizará la electrónica, la digitalización y otros medios técnicos no completamente desarrollados y aún desconocidos. Las perfomances a las que hemos asistido desde los ´60 en nuestro medio, y bastante antes en Europa y EEUU, abarcando espacios arquitectónicos, ámbitos y geografías y sociedades diversas, se multiplicarán. El nudo de esas “intervenciones”, tendrá un sentido fundamentalmente comunicativo, y lo estético estará supeditado a ello. De tal manera es posible que lo plástico quede reducido en una menor escala.
La imagen será, por supuesto, la gran dominadora. Si lo es en la actualidad, podemos pensar en cuanto se multiplicará. Siguiendo en esa línea, nos podemos imaginar desde volúmenes arquitectónicos que conjuguen con imágenes y sonidos, hasta proyecciones espaciales, con sonidos más que envolventes. A este nivel queda planteado el interrogante de lo que puede significar la utilización de tales medios si sus fines no fuesen loables y se llevasen a cabo en forma encubierta y con fines que hoy se vislumbran como supuestamente loables.
¿...Y el hombre común?
Pero en ese futuro, también tendrá que haber un lugar para el hombre como unidad. Entonces surge la pregunta... A tanta multiplicidad y tecnología, ¿corresponderá la imprescindible cuota de sensibilidad e intima emoción que necesita el individuo?. La respuesta debería ser afirmativa, por lo que es de suponer que “subsistirán” los cuadros, dibujos, esculturas, por modestos que sean. Debe esperarse que jamás desaparecerán el pomo y el pincel o la madera y la gubia con los que se seguirá pintando un paisaje o esculpiendo un torso, pues solo lo estético y comunicativo no alcanzará para satisfacer la intimidad del individuo, dado que tal aspecto lo podrá encontrar en múltiples objetos, artefactos y aún expresiones que lo rodearán -y abrumarán?- constantemente. En alguna instancia lo estrictamente “plástico” estará a su lado. El vínculo estético-plástico lo acompañará y estará seguramente presente en las piezas, tal vez modestas y de otros alcances que le “completen” su interior, su pasado, sus memorias, o en general, “que le toquen el alma”.
De tal manera, el ser humano necesitará reconocerse, revivir constantemente su historia. Le será imprescindible -viendo un “paisajito”- revivir el parque o algún lugar donde de niño su padre lo llevaba a pasear; o su recuerdo se refugiará en un sencillo “cuadrito” con un vaso con flores. Esas imágenes, simples, casi elementales, le serán imprescindibles para retroceder en el tiempo, para aquilatar las experiencias vividas, los recuerdos que guarde en su alma. Todo ello porque eso corresponde a la esencia del hombre, a su mundo interior, a sus afectos, a sus desvelos,... a su historia.
Pero el arte monumental que lo rodeará y el íntimo que lo serenará, no constituirán un enfrentamiento, sino que serán una complementación. El mundo exterior y el interior se balancearán dentro de cada uno. De cualquier manera el arte del futuro, nos presentará las realidades de nuevas sociedades con sus nuevas problemáticas.