La pintura de F.A. comenzó siendo una reflexión deleitosa sobre la naturaleza, percibida como luminosidad pura, traducida en manchas de color. Hoy retorna transfigurada en la potencia constructiva del pintor que recrea las relaciones cromáticas de lo visible.
José Emilio Burucúa, Presentación Catálogo Galería “Amicitia”, agosto 1988.
Por supuesto que no es solo la aplicación del espacio y la profundidad lo que hacen del paisaje un arte tan difícil y complejo, si no también la aplicación del entorno de la vida cultural que rodea al artista, del recreo y movimiento que el espíritu procura para infundir la vida anímica, filosofía encaminada hacia una superación constante del pretendido paisajista.
Estas cualidades las encontramos en la diversidad de argumentos y motivaciones a que acude el pintor Luis Fernández Arroyo, autodidacta en un largo período de iniciación y que perfeccionara sus estudios con Urruchúa y Claro Bettinelli.
Jorge Feinsilber, “Ambito Financiero”, septiembre 1985
Tarea difícil para un pintor es condensar una expresión en el estilo que mejor cuadra a su temperamento. Luis Fernández Arroyo lo prueba. Asimiló la lección de Claro Bettinelli, de quien recibió lecciones que resaltan en el modo de manifestarse por el color, y a la par acogió el paisaje como una forma de exaltación ante la naturaleza mediante cierta mecánica “fauve”, de pródiga materia.
En una lucha consigo mismo, en la búsqueda de la unidad entre el ver, el sentir y el realizar, radica la actitud actual hacia la concreción de su metáfora plástica.
Romualdo Brughetti, “La Nación”, septiembre 1985
El hecho cotidiano se hace magia en la pintura de Fernández Arroyo y esas esquinas de barrio y esos interiores de café tienen una definida alusión poética, mantienen
asimismo un sugestivo sentido metafísico. Soledad y misterio que rodean y envuelven al hombre, y de los cuales no escapan sus creaciones.
La ciudad de Fernández Arroyo es -plásticamente- el barrio que podemos entrever una tarde de otoño cargada de grises y melancolía.
J. A. García Martínez, agosto 1985
Fernández Arroyo pinta del natural, pero no copia, recrea el paisaje y así obtiene mayores recursos para componer y aplicar el color. Pinceladas espontáneas, rápidas y, a la vez, certeras, dejan ver a modo de transparencia una capa inferior de color, lo que le permite obtener efectos lumínicos que confieren vibraciones tonales.
La paleta baja, en la que predominan los tonos ocres, tierras, verdes obscuros y azules, de pronto se aclara con tonos pastel que parecen dispuestos para marcar zonas de contrastes.
Silvia Turbay, “Nuestra ciudad”, julio 1983
Hemos asistido al desarrollo de las distintas etapas de Fernández Arroyo, desde sus primeros pasos hasta el encuentro definitivo con su vocación de pintor. Lo hemos visto lanzarse a la indagación del color, con pasión “fauve”, o adentrarse en una experiencia de tonos bajos, de calida vivencia expresionista, acudiendo al paisaje, especialmente de los barrios con sus típicas arquitectura o interiores.
Ahora afina su paleta y su percepción sensible, acentúa los rasgos finos de su dibujo e incorpora el leve o denso toque del pincel, según lo requiere la composición.
Romualdo Brughetti, “La Nación”, julio 1983
Los temas de Fernández Arroyo encarnan una forma de vida añorada: se palpa la presencia del barrio y sus gentes, sus costumbres, su fisionomía, en toda la esencial humildad de un transcurrir cotidiano.
No por eso es una pintura de sentimentalismos, sino que está realizada con un sentido plástico en la utilización del color que exige el dominio de las gamas bajas que insinúan más que definen las cosas y les otorga esa vigencia que el cuadro reclama para su dignificación.
Eduardo Baliari, “El Economista”, junio 1983
Rastreando sus vivencias, F.A. ha estructurado sus obras mediante la reinterpretación de las perspectivas, la concepción “cezanneana” de que el objeto debe dejar trascender su luz para manifestar sus cualidades y forma real. La aplicación de una paleta expresionista y dibujos de líneas cerradas que concretan la imagen y composiciones rítmicas, son las variadas opciones que las vanguardias proponen al pintor y que este amalgama con sapiencia selectiva.
Oscar Félix Haedo, “La Actualidad en el Arte”, junio1982
Después de cultivar en pos de los fundamentos del impresionismo, Fernández Arroyo se despoja de la paleta meramente casualista y trata de eludir los riesgos del academicismo y la retórica. Aspira a proseguir ahora, hacia el desarrollo de una dicción que lo conduzca a la plena libertad expresiva.
En este artista, la euforia de aprehender el color ofrece, pese a la energía vital del pincelar, la expresión del sentimiento interior, como manifestó Van Gogh en pos de sus experiencias: "Empleo el color más arbitrariamente para expresar con más fuerza".
Vicente P. Caride, Catálogo Galería “Witcomb”, mayo 1982
Luis Fernández Arroyo se detuvo, esta vez, en un barrio porteño, no con la intención de mostrarlo, sino -lo que es más valioso- de descubrirlo. Para esto eligió una paleta en la que la luz juega un papel fundamental porque sugiere, oculta o valoriza las formas mediante tonalidades bajas o cálidas, de acuerdo a las exigencias del tema.
La perspectiva desdela cual observa el modelo -desde arriba o desde abajo- cambia la fisionomía cotidiana de las calles y las casas. La ciudad es el personaje; el hombre está ausente, pero en una ausencia que es presencia, puesto que todo es obra del hombre, es su esfuerzo, es su afán por perdurar en las realidades.
Con esta muestra, Fernández Arroyo señala un hito más en su inquieto trajinar de pintor.
Silvia Turbay, “Nueva Ciudad”, Enero 1982
Luis Fernández Arroyo siente una vital atracción por el paisaje: lo prueban sus interpretaciones del viejo Buenos Aires, su evocación romántica de Venecia y sus óleos del Sur Andino. Es la suya una visión directa, propicia para adentrarse en la naturaleza sureña, con sus lagos y montañas, sus coloridos y amplios espacios de tierra y cielo.
Un diestro pincelar revela al pintor en notas frescas de contrastes cromáticos, ya atento a los primeros planos o a los fondos nubosos.
Romualdo Brughetti, “La Nacion”, 1981
Me he deleitado con el gracejo particular con que F.A. mueve ese expresionismo, ahora sintetizado y condensado magníficamente en sus pinturas. Porque esas esquinas de barrio y los interiores de cada café, tienen una definida alusión poética y mantienen un sugestivo sentido metafísico: soledad y misterio que rodean y envuelven al hombre, y de los cuales no escapan las creaciones de F.A.
Manuel Rey Millares, Radio Municipal, mayo 1980
La obra de Fernández Arroyo llega al espectador a través de la sensibilidad. Colores y formas se orquestan en el paisaje. El misterio se hace milagro y el carácter se hace belleza. La soledad se torna en sugestión y se transforma en fuerza viva y actuante.
Clima de crepúsculo en la naturaleza viviente. Árboles. Raíces. Atmósfera de soledad, auténtica y real protagonista de estos cuadros.
J. A. García Martínez, Catálogo Galería “Arthemisa”, mayo 1979.
Luis Fernández Arroyo ha asumido una actitud ante el mundo: cada una de sus obras es un gajo de su humanidad. Su pasión por la pintura nos revela lúcidamente, la permanencia de todo lo maravilloso y mágico que el arte contiene. “Para un verdadero poeta -dice Borges, con razón- cada momento de la vida, cada hecho debería ser poético, ya que profundamente lo es”.
F.A. es así y pinta así, porque es un ser que vive poéticamente
Roberto Alifano, catálogo Exposición Galería “La Casa de Palermo”, agosto 1978
JUICIOS CRÍTICOS Referidos a las Exposición “Visiones de Venecia” - Galería Witcomb -
Julio 1981
Dijo una vez Ortega que el paisaje es un estado del alma. El espíritu contenido de Luis Fernández Arroyo sintió la presencia deslumbrante de Venecia, ciudad única en el mundo, pero esa característica de su temperamento lo indujo a buscar los canales menos transitados, donde el sosiego realza la majestuosidad de los palacios.
Desde luego, Fernández Arroyo es pintor -un excelente pintor- y frente a esas imponencias arquitectónicas, que pudieron volcarlo hacia un predominio del diseño, optó por que sus imágenes fueran composiciones equilibradas entre lo plástico y lo pictórico.
Sus imágenes tienen el color de Venecia. Una Venecia vista con ojos críticos, con mirada de pintor que atendió al resultado armónico sin dejarse tentar por un golpe de luz efectista que puede desequilibrar la composición.
Ninguna figura humana, ninguna góndola típica, nada de anécdotas: la ciudad es el personaje.
Ernesto Ramallo, Presentación Catálogo Exposición Galería “Witcomb”, julio 1981
Fernández Arroyo testimonia documentalmente esa ciudad dorada por el pasado esplendoroso, secreta y trágicamente estremecida por su condición de belleza en riesgo...
Ha sabido captar ese verde particular que disputa al ocre la invasión de las piedras y bronces venerables. Para rehabilitar esa Venecia fantasmal de sus cuadros, L.F.A. la confina a la absoluta soledad en una opción sugestiva y seductora.
Elba Pérez, “Convicción”, 1981
... una pintura fresca, espontánea, lograda mediante empastes delicados. Quien quiera encontrar en estas “Visiones de Venecia” los lugares tradicionales, se verá defraudado, pero quien busque el espíritu de la ciudad secular de los canales, hallará plena satisfacción.
Oscar Félix Haedo, “Tiempo y lugar”
Fernández Arroyo ha sido capaz de indagar en la profundidad de la belleza de una ciudad dormida.
Manuel Rey Millares, Radio Nacional, julio 1981
MIS “VISIONES DE VENECIA” -- Luis Fernández Arroyo
Lo que quise hacer en la serie “Visiones de Venecia”, es descubrir la eternidad de esa ciudad tan presentes en los mármoles palaciegos a la vera del Canal Grande como en el Puente de los Suspiros; tan vigente en las paredes ocres y rosadas y los portales señoriales, constantemente bañados por las aguas verde esmeralda. Pero desde un principio, descarté de mis visiones todo intento escenográfico, toda especulación folclórica con góndolas, leones dorados y hasta esa atmósfera que Canaleto ya inmortalizara. He querido pintar a la Venecia íntima y recóndita, a la Venecia de siempre, a esa Venecia oculta para quien la indague con ojos de mero turista.
Luis Fernández Arroyo - Para el catálogo de la exposición individual “Visiones de Venecia”, en Galería “Arte Lite” - noviembre 2000.